Sede en Kyiv

Según algunos relatos históricos, el cristianismo llegó a las tierras ucranianas desde los tiempos de los apóstoles. Según una legenda, el apóstol San Andrés llego hasta la región de Kyiv, en su misión evangelizadora. La presencia del Papa Clemente (88-89),  deportado por el emperador Trajano al Querson, en la Criméia, junto al Mar Negro,  ya demostraba la presencia cristina en la región. Pero el marco más importante de la presencia del cristianismo en la región, acontecía bien mas tarde, cuando, en el año de 988, en la histórica ciudad de Kyiv, acontecía la conversión del Príncipe Vladimiro,  y el cristianismo pasó a ser la religión oficial del Principado de la Rus de Kyiv. A partir de esa fecha, la Iglesia en la región pasó por muchas conquistas, pero también por muchas y largas vicisitudes y pruebas.

Es importante subrayar que la nefasta desavenencia ocurrida el 16 de julio de 1054 entre la delegación del Papa León IX y el patriarca Miguel Cerulario en Constantinopla, de donde el Príncipe Vladimiro trajo la fe cristiana, no rompió las relaciones con Roma. La Iglesia de Kyiv continuó fiel al Santo Padre.

Esta fidelidad al Papa fue ratificada en 1596, con la Unión de Brest-Litovsk, bajo los atentos cuidados del metropolita de Kyiv, Miguel Rahosa. Así, se impedia que el metropolita moscovita Jonas, que se proclamó patriarca en 1589, extendiera su jurisdicción sobre la Sed Metropolitana de Kiev. La Unión de Brest-Litovsk representó una renovación, reafirmación y fortalecimiento de la unión con Roma con el objetivo de tener mayor apoyo y ayuda ante las dificultades que surgieron en la época; fue una forma de no caer bajo los dominios de Moscú, que aspiraba a ser "la tercera Roma".  Por la gran causa de la unión, el 12 de noviembre de 1623, el Obispo de Polock y Vitebsk Josafat Kuncevicz entregó su vida como mártir de la Unión.

Los problemas políticos y la continua acción de los czares rusos, siempre dificultaron la Iglesia Católica en Ucrania. El ápice de esta persecución aconteció en el siglo XVIII,  cuando la zarina Catalina II (1762-1796) hacía desaparecer a la Iglesia Católica al no aceptar en sus territorios otros cristianos orientales que no fueran ortodoxos. Pero, la Iglesia Católica continuaba a existir, de modo no oficial y hasta clandestino, en las pequeñas ciudades y  aldeas, principalmente en la región oeste de Ucrania. Para dar estructura jurídica a esta Iglesia, en 1839, se crea la Metropolia de Lviv, bajo el protectorado del Imperio Austro-Húngaro.

La Iglesia pudo organizarse y desarrollarse en toda la región oeste, donde fueron criadas nuevas eparquias y estructura hierarquica de la Iglesia. De subrayar la acción muy positiva para toda la organización de la Iglesia de esta época, las figuras del Cardenal Sembratovicz y del Metropolita Andrés Scheptytskey, entre otros.

El adviento del comunismo soviético, traigo un gran sufrimiento a toda la Iglesia.  Después de la muerte del Metropolita Andrés, la persecución se hizo cruel. Toda la jerarquía de la Iglesia Greco Católica Ucraniana fue arrestada, condenada y deportada para campos de concentración de Siberia. Junto con la jerarquía, también sacerdotes, religiosas y millares de fieles fueron condenados a trabajos en los campos de concentración en Siberia.  Entre los condenados, se destacaba la figura del nuevo metropolita de Lviv, Josyf Slipyj.  La persecución encontró su ápice con la realización  entre el 8 y el 10 de marzo de 1946, en la ciudad de Lviv, de un pseudo-sínodo, que anexaba la Iglesia Greco Católica Ucraniana al patriarcado de Moscú, tornando la Iglesia Greco Católica ilegal en todo el territorio ucraniano.

Durante más de 70 años, el pueblo ucraniano en general y principalmente la Iglesia Greco Católica Ucraniana vivieron uno de los dramas más largos y terribles de la historia de la humanidad: la implacable persecución y dominio del régimen soviético, que incluía en su programa condenaciones y asesinatos sistemáticos. Sin duda, el hecho más violento fue el genocidio de 1932 y 1933, llamado la Gran Hambruna de Ucrania - Holodomor. Para forzar la colectivización de las tierras y romper con todas las resistencias al régimen, millares de personas fueron exterminadas a través del confisco de las tierras y alimentos de la población. Pero la fe católica sobrevivió oculta, en el silencio, como Iglesia en la clandestinidad, gracias al trabajo de sacerdotes y familias que permanecían fieles a la fe católica. Como los tiempos de los primeros cristianos y mártires, la Iglesia sobrevivió en las "catacumbas".

Durante las celebraciones del milenio del Cristianismo en Ucrania (988-1988), los acontecimientos fueron, a los pocos, se modificando. En 1989, con la "perestroika" (reestructuración), llega al fin la era comunista. En 1990, el Gobierno Sovietico  reconoce la Iglesia Greco Católica Ucraniana y el 15 de agosto de este año,  se devuelve la Catedral San Jorge de Lviv, junto a otros templos, a los católicos de rito bizantino. Los Obispos, que vivían en la clandestinidad,  vuelven a organizarse y realizar sus reuniones, organizando los sacerdotes y fieles. Así, a los pocos, la Iglesia Greco Católica Ucraniana recupera su libertad, iniciando una nueva fase de desarrollo, en una Ucrania libre y soberana. Y la histórica y bellísima ciudad de Kyiv vuelve a ser una de las principales referencias para los católicos ucranianos de la actualidad.

En el Sínodo de los Obispos de 2002, presidido por el Arzobispo Mayor, Liubomer Husar,  se decidió trasladar la Sed del Arzobispado Mayor de Lviv a Kyiv. Para esto, se pensó de inmediato, en la sed metropolitana. A las orillas izquierda del rio Dnipró, se iniciaba la construcción de la gran Catedral, bien como el complejo administrativo de la Iglesia Greco Católica Ucraniana para toda la Ucrania. El 21 de agosto de 2005, efectivamente se trasladó a la Sede de Lviv a la capital Kyiv. El 27 de marzo de 2011, la Basílica (Sobor) fue oficialmente abierta con la ceremonia de entronización del nuevo Arzobispo Mayor, Sviatoslav Shevchuk. La misma fue  solemnemente consagrada el 18 de marzo de 2013.

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